jueves, 12 de noviembre de 2009

qué verguenza

¿es que ya no tengo salvación, digo?
¿habré nacido para ser sometida a semejante escarnio?
no sólo tengo que soportar que me maltrates así,
sino que también tengo que cargar con el peso de no poder dejar de amarte.

no necesito que presumas tus humores y tus días.
tus conquistas y tus amores.
tu felicidad y tu contento.
no me hace bien
y sin embargo aquí me tienes.
amandote
queriendote
deseandote
me das las mejores excususas para darte vuelta la cara
pero mi mano se detiene a mínimos centímetros de tu mejilla.
incapáz de hacerte daño alguno.

necesito dejar de pensar.
necesito poca profundidad.
como si pudiera lograr semejante cosa,
mientras hay agua que sube sin parar a mi alrededor.

terminaré cubierta, colmada, ahogada
en un mar de lágrimas propias y ajenas
no derramadas para mí.
condenada a ser desplazada, humillada, despreciada.
y estar siempre atada a tu voz
a tu rostro.
a tu olor.
rebajarme en exceso para intentar hacerte feliz
sin poder lograrlo nunca.

1 comentario:

Ailu Ligus dijo...

Maravilloso será el día que el otro se de cuenta que no hace falta presumir.

Maravilloso.